viernes, 29 de junio de 2018

Lo auténtico

Hemos escuchado varias  recomendaciones de ir a tal o cual lugar porque aun es auténtico. Al preguntar por su significado, casi siempre sale a relucir que está sin explotar, y entre otros argumentos de mayor o menor peso, me llama la atención aquel que hace mención a la dificultad en el transporte.

Hemos conocido a viajeros embelesados por lo rural de un país, o a quien la precariedad de las comunicaciones le parece sinónimo de autenticidad. Y me da qué pensar.

Pienso que viajar es un hobby, un vicio, puramente burgués. Aquellos que tienen, tenemos, dinero suficiente para sufragarse la circulación a través de la vía de escape de nuestra cotidianidad terminan loando muchas veces contextos socioeconómicos  cuyos habitantes jamás podrán permitirse salir del país. Algunos  ni siquiera de su aldea.

Son lugares auntentiquísimos aquellos en los que la inmensa mayoría de los viajeros no viviríamos. Porque nosotros sí podemos elegir, y por lo tanto, visitamos fugazmente poblados de adobe y bambú sin alcantarillado, admiramos las sonrisas de los lugareños, acumulamos recuerdos que después rumiaremos satisfechos,  y seremos rastros efímeros en caminos trancados donde la vida sigue igual que hace décadas.

No termino de entender por qué la falta de desarrollo es auténtica para aquellos que vivimos en sociedades desarrolladas.
¿ No son de verdad Bangkok, Kuala Lumpur o Ciudad del Cabo, urbes enormes sin rasgos tradicionales?
 No comprendo la pena  por que tal joya inexplorada vaya a explotarse en algún momento ¿ Por qué ansiamos la exclusividad? ¿ Y si el turismo permite que las infraestructuras avancen y los lugareños recorran en 30 minutos distancias en las que ahora se demoran 5 horas? ¿ Qué tiene eso de malo si se hace de manera sostenible tanto para la población como para la naturaleza? ¿Por qué hemos de negar a los demás facilidades de las que nosotros disfrutamos?

Somos viajeros de huella deleble persiguiendo un recuerdo indeleble. Y en ese trasegar, amigo, en ese querer recordar, nos olvidamos de que somos plural, de que aquellos que ya están donde nosotros hemos llegado seguirán estando cuando nos vayamos. Y de que tienen el mismo derecho a tener derechos que los que hemos nacido con un pan debajo del brazo.

Somos unos pijos. No nos convirtamos también, por favor, en cínicos hipócritas.

Las huellas de la colonización en Filipinas.

Las islas Filipinas llevan la colonización adheridas al nombre, o lo que es casi lo mismo, a su identidad.

Y digo casi, porque engaña, porque Filipinas es Asia pero no lo parece, porque el ritmo de vida es más tranquilo, porque las distancias cortas se recorren en tiempo largo, muy largo, porque el turista no se siente un billete monetario bípedo, y porque aunque mantuvieron la nomenclatura, tras Felipe llegó William, que cedió ante Hirohito. Después, tarde ya para desarrollar una idiosincrasia propia, las islas consiguieron su independencia.

La cultura filipina es mixtura. Comida que suena y sabe española: lechón o cerdo en adobo;  Reminiscencia de siglos y de biblia en nombres personales ( juan, jose...), ciudades ibéricas a continentes de distancia ( Valencia, Santander...), iglesias católicas de estilo eminentemente español y un largo etcétera que da paso al siguiente, el etcétera estadounidense.

Salpican las islas precarias canastas y cuidadas canchas de baloncesto, y los jeeps de traslado de soldados que el ejército yanki dejó  tras la segunda guerra mundial se han reciclado en pintorescas unidades de transporte público.

Mención aparte merece el lenguaje. Junto al propio, es cooficial el inglés, pero el hispanoparlante se extraña al oir los números en castellano. Da igual el idioma vehicular de la conversación, los números y las horas, muchas veces, las dirán en castellano ¿ Será que cuando los estadounidenses reemplazaron a los españoles priorizaron las relaciones comerciales con los locales y para ello bastaba con señalar el producto y negociar en el código numérico que los isleños ya conocían? ¿ Era, por lo tanto, una manera de no detener la evolución del mercado?

Nos toca investigar.










miércoles, 20 de junio de 2018

Antropología de la deshonra.

La conocimos porque el homestay donde nos íbamos a alojar en Padangbai, Bali, había roto el trato al que llegamos unos días antes. Era poco dinero, pero no era lo que habíamos acordado, así que nos fuimos.

Y allí estaba ella, ayudando a su madre adoptiva, ya anciana, en la gestión de su alojamiento. No soy capaz de recordar su nombre de exótica sonoridad , pero me acuerdo de su sonrisa franca y de sus ganas de conversar.

Supera los 40 años, su vida ha sido dura, pero su sonrisa es contagiosa.

Nació en Lombok, y en edad adolescente se casó por presión social con un hombre al que no quería. Quedó presa de su propia vida, pero tuvo un hijo al que adorar. Desgraciadamente para el crío y para ella, el bebé murió poco después de nacer. Ese hecho, en una sociedad ultra conservadora, la condenaba al sufrimiento eterno. Por dentro y por fuera.

-Si el bebé hubiera sido mujer no habría sido tan grave- nos dice con lágrimas en los ojos-. Pero era varón.

Su marido se sumió en un estado de enfado permanente. Había deshonrado a la comunidad: dejar perecer a un hijo varón no era cuestión baladí, y toda la comunidad le dio la espalda.

Había pasado de ser una persona infeliz a ser poco más que una apestada.

Pero es fuerte. Dura.

 Tomó una decisión que sabía que le cerraría para siempre las puertas del perdón; Sin decir nada a nadie, sin despedirse, sin apenas pertenencias, se subió a un barco y se marchó de Lombok.
Nunca le permitirán pisar de nuevo la isla en la que nació.

Pasó un tiempo deambulando por Padangbai, y siendo como es un lugar pequeño, no pasó desapercibida. Un día, sin más ni más, una señora la acogió en su casa.

La mujer preguntó y la chica respondió. Se hablaron, se miraron y se quisieron. Se quedaría en casa de aquella mujer hasta que consiguiera valerse por sí misma.

- Es mi madre adoptiva- dice dándole gracias a la vida.

Tres años después estaba lista para volar sola. Cogió otro barco hasta Java, y con el dinero justo para una temporada, la aceptaron en una iglesia católica. Si en Padangbai fue el renacer, en Java fue el desarrollo.

Le enseñaron a leer, a escribir, y nociones de inglés. A ella no le hacía falta mucho más, la fuerza y la energía la traía de serie. Hizo por vivir y la vida la recompensó: tuvo tres hijos que le hinchan el pecho de orgullo.

-Mi sueño era que mis hijos estuvieran sanos y fueran a la universidad.

No solo eso. Además, sus hijos viven con ella y los cuatro regentan un negocio familiar con el que les alcanza para vivir bien.

- Cuando tengo vacaciones vengo a Bali a ver a mi "grandma" - se le ilumina la cara-. No puedo pedirle más a la vida.

Y es que, a veces, las resurrecciones existen.

domingo, 17 de junio de 2018

La mafia de las motos en Lombok

Una moto es imprescindible en Lombok, Indonesia, si no se quiere gastar  más dinero del necesario en transporte, pero habíamos leido sobre varios casos de robos  de motos alquiladas.

Una vez en Kuta, todo aquello nos parecía extraño, pues el pueblo no son más de 5 calles. Ahí todos saben quién es quién.

Con la mosca detrás de la oreja comenzamos a tantear el terreno. Preguntamos primero en nuestro homestay. Nos dijeron el precio y nos dieron un contrato para que lo firmáramos. En él, una cláusula nos hacía totalmente responsables en caso de que nos robaran el vehículo y nos obligaba a pagar la cuantía total del mismo.

Le expusimos el caso sin rodeos:

- Oye, hemos leído que aquí se dan muchos casos de robo de motocicletas ¿ Es cierto?

El chaval sonrió incómodo.

- La verdad es que sí.

- ¿Y cómo pretendes que firmemos este contrato sabiendo eso?

-Lo siento, pero si no lo firmáis no estoy autorizado a daros la moto.

Intentamos abrir el candado que liberara al gato encerrado:

-¿ Y hay alguna fórmula, alguna manera, de evitar el robo?

- SÍ. Que aparquéis la moto siempre en un parking con vigilancia.

-Es decir, si no pagas el aparcamiento casualmente desaparece la moto ¿ No ? Así es como funciona.

El mozo se encogió de hombros sonriendo cada vez más incómodo, pero ya conocíamos el funcionamiento de la trama. Perfecto.

Seguimos leyendo el contrato, y un par de cláusulas más abajo te obligaban a cederles el pasaporte. Empezaba la segunda batalla:

- Perdona ¿Es posible que te dejemos en depósito uno de los dos carnet de conducir internacionales?

-No, mi jefe me obliga a que solo acepte pasaportes.

-¿ y una copia ?

- No. Tiene que ser original.

- Nuestro pasaporte aquí es nuestra vida. Si os los dejamos somos vuestros rehenes. Podriais pedirnos absolutamente lo que quisierais.

La cara del muchacho enrojecía cada vez más y sus dedos ya no encontraban superficie sobre la que seguir tamborileando.

- Lo siento, pero no estoy autorizado a hacer un trato de esa envergadura.

-Amigo, en este pueblo os conocéis todos, si vuestra moto desaparece sabéis perfectamente quién se la ha llevado. Estoy seguro. Perdona, pero no vamos a alquilar la moto aquí.

Tocaba probar opciones distintas. Fuimos al homestay de al lado, pero sus motos eran solamente para los huéspedes.

A patear la calle, pues.

Nos acercamos a un warung en el que también anunciaban alquiler de moto, y nos derivaron a la lavandería de al lado. Allí un señor nos ofreció su scooter. Rebobinamos el disco y le hicimos las mismas preguntas que le hicimos al chico de nuestro hostal. El señor nos respondió que sí, que en Lombok el robo de motocicletas es un problema de verdad, y que a él se la habían robado dos veces fuera del pueblo, en las localidades del norte. Nos dijo que aparcáramos siempre bajo vigilancia y que guardáramos el ticket, porque si nos la robaban dentro del parking él haría responsable al vigilante. Tampoco nos pidió el pasaporte en depósito, por lo que cerramos el trato con un apretón de manos.

Al fin podíamos movernos por la isla.

sábado, 16 de junio de 2018

De vacaciones en Lombok

El sur de la isla Lombok, concretamente Kuta Lombok, ha sido nuestro lugar de vacaciones en el que descansar del stress y el ritmo del viaje.

No era nuestra intención inicial, pero la tranquilidad del lugar nos sedujo.
Kuta Lombok son 4 ó 5 calles, no más, en cuyas márgenes se agolpan los restaurantes y los alojamientos. Está en pleno proceso de crecimiento, pero hoy en día no se tiene en ningún momento sensación de aglomeración.

En el mismo pueblo hay una playa con agua turquesa en la que se puede hacer snorkel con marea baja. Y alquilando una moto no tardas mucho en llegar a otras, la mayoría de arena blanca y agua azul/turquesa.





Nosotros hicimos surf en Selong Belanak, nos relajamos prácticamente solos mientras  veiamos el tiempo pasar fuera y los peces  nadar dentro del agua en Tampah, nos tiramos en una hamaca y charlamos con los lugareños en Tanjung Aan ...Y así, casi sin darnos cuenta, cenando al ritmo de Bob Marley y tomando el fresco nocturno en la terracita de nuestra habitación nos voló una semana.

El plan inicial, que era recorrernos la isla en moto para ver los monos y las cascadas del norte, o incluso quizá hacer un trekking de 3 ó 4 días ascendiendo el volcán Rinjani se esfumaron entre los intervalos, cada vez más espaciados, de los latidos de nuestros corazones.

No habíamos hecho nada y estábamos encantados.

viernes, 25 de mayo de 2018

Gili Air

Dicen que es lo intermedio entre Gili Trawangan y Gili Meno. Y están en lo cierto.

Tiene un poco de todo, pero todo poco cuidado y con bastante basura y escombros de obra por todos lados.

Ademas, no hay tanto detalle ni actividad de ocio como puede haber en Trawangan ni tampoco tiene la tranquilidad que ofrece Meno.

Es un ni fu ni fa, un quiero pero no puedo. 

Eso sí, al igual que en las otras 2 islas, mezquitas en la superficie y tortugas bajo el mar se pueden encontrar ;)


lunes, 21 de mayo de 2018

Gili Meno

Al igual que en todas las Gili, el mar está lleno de coral muerto e incluso de algas en ciertas zonas, lo cual queda también en la arena.

Aparte de esto, la mayoría de sus playas no son muy cómodas, ya que en las que son algo más largas apenas hay sombra y solo pagando por una silla, colchoneta o hamaca con sombrilla es posible apropiarse un ratito de ella, y quien no quiera hacerlo, no tiene más remedio que buscar algún mini espacio bajo algún árbol y hacerse hueco como pueda entre todo lo que ahí haya, ramitas, hojas, hormigas...

Pero a pesar de todo, Gili Meno es un minúsculo trozo de tierra vestido de verde por dentro y rodeado de agua cristalina por fuera en la que lo que cuenta es la calma que se respira en ella.

Gili Meno es sobre todo, un buen sitio de retiro si lo que se busca es soledad, tranquilidad, silencio y paz. 




Además, es buen sitio para hacer snorkel y  bucear, pues además de peces y tortugas, hay también unas cuantas estatuas en el fondo del mar.